lunes, 21 de febrero de 2011

Pato o águila tu decides...

Rodrigo estaba haciendo fila para poder ir al aeropuerto. Cuando un taxista se acercó, lo primero que notó fue que el taxi estaba limpio y brillante.


El chofer bien vestido con una camisa blanca, corbata negra y pantalones negros muy bien

planchados, el taxista salio del auto dio la vuelta y le abrió la puerta trasera del taxi.

Le alcanzo un cartón plastificado y le dijo: yo soy Willy, su chofer. Mientras pongo su maleta en el portaequipaje me gustaría que lea mi Misión.

Después de sentarse, Rodrigo leyó la tarjeta: Misión de Willy: “Hacer llegar a mis clientes a su destino final de la manera mas rápida, segura y económica posible brindándole un ambiente amigable”

Rodrigo quedo impactado. Especialmente cuando se dio cuenta que el interior del taxi estaba igual que el exterior, ¡¡limpio sin una mancha!!

Mientras se acomodaba detrás del volante Willy le dijo, “Le gustaría un café?

Tengo unos termos con café regular y descafeinado”.

Rodrigo bromeando le dijo: “No, preferiría un refresco”

Willy sonrío y dijo: “No hay problema tengo un hielera con refresco de Cola regular y dietética, agua y jugo de naranja”. Casi tartamudeando Rodrigo le dijo: “Tomare la Cola dietética”

Pasándole su bebida, Willy le dijo, “Si desea usted algo para leer, tengo el Reforma, Novedades y Selecciones…”

Al comenzar el viaje, Willy le paso a Rodrigo otro cartón plastificado, “Estas son las estaciones de radio que tengo y la lista de canciones que tocan, si quiere escuchar la radio”

Y como si esto no fuera demasiado, Willy le dijo que tenia el aire acondicionado prendido y preguntó si la temperatura estaba bien para él. Luego le avisó cual seria la mejor ruta a su destino a esta hora del día. También le hizo conocer que estaría contento de conversar con él o, si prefería lo dejaría solo en sus meditaciones. ...

“Dime Willy, -le pregunto asombrado Rodrigo- siempre has atendido a tus clientes así?”

Willy sonrió a través del espejo retrovisor. “No, no siempre. De hecho solamente los dos últimos dos años. Mis primero cinco años manejando los gaste la mayor parte del tiempo quejándome igual que el resto de los taxistas. Un día escuche en la radio acerca del Dr. Dyer un “Gurú” del desarrollo personal. El acababa de escribir un libro llamado “Tú lo obtendrás cuando creas en ello”. Dyer decía que si tu te levantas en la mañana esperando tener un mal día, seguro que lo

tendrás, muy rara vez no se te cumplirá.

El decía: Deja de quejarte. Se diferente de tu competencia. No seas un pato. Se un águila. Los patos solo hacen ruido y se quejan, las águilas se elevan por encima del grupo”.

“Esto me llego aquí, en medio de los ojos”, dijo Willy. “Dyer estaba realmente hablando de mi. Yo estaba todo el tiempo haciendo ruido y quejándome, entonces decidí cambiar mi actitud y ser un águila. Mire alrededor a los otros taxis y sus chóferes… los taxis estaban sucios, los chóferes no eran amigables y los clientes no estaban contentos. Entonces decidí hacer algunos cambios.

Uno a la vez. Cuando mis clientes respondieron bien, hice más cambios”.

“Se nota que los cambios te han pagado”, le dijo Rodrigo. “Si, seguro que si”, le dijo Willy. “Mi primer año de águila duplique mis ingresos con respecto al año anterior. Este año posiblemente lo cuadruplique. Usted tuvo suerte de tomar mi taxi hoy. Usualmente ya no estoy en la parada de taxis. Mis clientes hacen reservación a través de mi celular o dejan mensajes en mi contestador. Si yo no puedo servirlos consigo un amigo taxista águila confiable para que haga el servicio”.

Willy era fenomenal. Estaba haciendo el servicio de una limusina en un taxi normal.

Posiblemente haya contado esta historia a mas de cincuenta taxistas, y solamente dos tomaron la idea y la desarrollaron. Cuando voy a sus ciudades, los llamo a ellos. El resto de los taxistas hacen bulla como los patos y me cuentan todas las razones por las que no pueden hacer nada de lo que les sugería. Willy el taxista, tomo una diferente alternativa: El decidió dejar de hacer ruido y quejarse como los patos y volar por encima del grupo como las águilas.

No importa si trabajas en una oficina, en mantenimiento, eres maestro, Un servidor publico, político, ejecutivo, empleado o profesionista, ¿Cómo te comportas? ¿Te dedicas a hacer ruido y a quejarte? ¿Te estás elevando por encima de los otros?



Recuerda: ES TÚ DECISIÓN Y CADA VEZ TIENES MENOS TIEMPO PARA TOMARLA.

jueves, 10 de febrero de 2011

La Piedra

EL DISTRAÍDO TROPEZÓ CON ELLA

EL VIOLENTO LA UTILIZO COMO PROYECTIL.

EL EMPRENDEDOR CONSTRUYO CON ELLA.

EL CAMPESINO,CANSADO,LA UTILIZO DE ASIENTO

PARA LOS NIÑOS,FUE UN JUGUETE.

DRUMMOND LA POETIZO

DAVID LA USO PARA MATAR A GOLIAT.

Y MIGUEL ANGEL LE SACO LA MAS BELLA ESTRUCTURA.

EN TODOS LOS CASOS LA DIFERENCIA NO ESTUVO EN LA PIEDRA

¡¡¡¡¡¡¡¡¡ SINO EN EL HOMBRE !!!!!!!!!!!!!!!!!!

NO EXISTE PIEDRA EN TU CAMINO QUE NO PUEDAS APROVECHAR

PARA TU PROPIO CRECIMIENTO.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Bailar bajo la lluvia

(Vale la pena volver a leerlo)

Una mujer muy sabia se despertó un mañana,

se miro al espejo,

Y noto que tenía solamente tres cabellos en su cabeza.

'Ummm' pensó, 'Creo que hoy me voy a hacer una trenza'.

Así lo hizo y paso un día maravilloso.

El siguiente día se despertó,

se miro al espejo

Y vio que tenía solamente dos cabellos en su cabeza.

'Ummm' dijo,

'Creo que hoy me peinare de raya en medio'

Así lo hizo y paso un día grandioso.

El siguiente día cuando despertó,

se miro al espejo y noto

que solamente le quedaba un cabello en su cabeza.

'Bueno' ella dijo, 'ahora me

voy a hacer una cola de caballo.'

Así lo hizo, y tuvo un día muy, muy divertido.

A la mañana siguiente cuando despertó,

corrió al espejo y enseguida noto

que no le quedaba un solo cabello en la cabeza.

'Que Bien!' Exclamo.

'Hoy no voy a tener que peinarme!'

Tu actitud es todo.

Siempre se bondadoso,

Porque cada persona que te encuentres esta peleando alguna

clase de batalla

La vida no es esperar a que la tormenta pase...

Es aprender a bailar bajo la lluvia.

Poner las últimas piedras

Comenzar algo siempre nos llena de entusiasmo. Un nuevo trabajo, un nuevo proyecto, una nueva relación trae consigo esperanzas y expectativas.


En realidad poner “la primera piedra” de un edificio es relativamente sencillo. Pero poner “la última piedra” no es tan fácil.

El poner la última piedra es un valor que nos enseña la importancia de terminar lo que emprendemos y no dejarlo a medias.

Cuando termina un año, se da un doble fenómeno: el de la alegría de comenzar un nuevo ciclo, pero en cierta forma también un poco la tristeza de ver que no terminamos todo lo que nos propusimos. No podemos permitir que el desánimo o la tristeza nos impidan actuar. Los grandes proyectos requieren de un trabajo constante. Las grandes obras se componen de pequeños esfuerzos que se realizan todos los días. Pero también es importante sentarse a meditar en qué queremos lograr y hacia donde esperamos ir. Si no tenemos la constancia y la lucha diaria de construir las cosas grandes con pequeños detalles, nos quedaremos colocando primeras piedras, pero no acabaremos nuestras obras.

Poner la última piedra es la culminación que nos brinda paz y una conciencia serena.

Quienes siempre emprenden pero nunca terminan acaban desanimándose y llegando a un conformismo mediocre que no es sano. Para poner últimas piedras, debemos conocer nuestras capacidades y nuestros defectos. Pero nuestros proyectos siempre deben exigirnos un poco más de lo que podemos hacer. Todos los seres humanos tenemos limitaciones que vamos conociendo con el paso del tiempo. Un joven es mucho más soñador que un adulto. Los jóvenes con frecuencia se establecen metas demasiado altas,

poco acordes a sus posibilidades reales. Por el contrario, a veces las personas mayores

tienden a ser más pesimistas, pues se han dado cuenta de que la vida no es tan sencilla y que los sueños son difíciles de materializar. Pero ninguna de las dos actitudes es sana: ni la del joven que no mide sus posibilidades, ni la del adulto que deja de soñar. Tener una actitud equilibrada significa plantearnos metas un poco mayores de lo que sabemos que podemos hacer, y asegurarnos de poner la última piedra. Y una vez que lo logremos, volver a empezar haciendo planes, proyectos y fijándonos nuevas metas, cada vez más altas.



Es fácil poner primeras piedras, pero no es tan fácil poner últimas piedras. Quien pone últimas piedras se convierte en un elemento fundamental en su familia, en el trabajo, en la comunidad, porque todo el mundo sabe lo difícil que es concluir una tarea y lo fácil que es empezarlas. El secreto de la última piedra está en hacer pequeñas acciones, pero muy constantes.

No poner una sola “última piedra” sino muchísimas, que el culminar nuestras actividades o proyectos se convierta en un hábito, y no en una excepción. Todo gran edificio está construido con partes más pequeñas.



(adpatado de un texto enviado x equinoterapia@aaaepad.org )