viernes, 28 de septiembre de 2012


El día que yo cambié...

Decidí no esperar las oportunidades sino salir a buscarlas.
Decidí ver cada problema como la oportunidad de encontrar una solución.
Decidí ver cada desierto como la oportunidad de encontrar un oasis.
Decidí ver cada noche como un misterio a resolver.
Y cada día como una nueva oportunidad de ser feliz.
Aquel día comencé a ser fuerte, feliz de verdad, gracioso.
Aquel día dejé de temer por cada vez que perdía.
Y sentí que para vencer no es necesario ganar.
Ví que dar lo mejor de mí me hacía feliz, así no fuera el primero, así no me coronaran o me aplaudieran.
Sentí nuevamente que el único rival soy yo mismo.
Me dejó de importar quien ganara o perdiera…
Ahora me importa simplemente sentirme mejor que ayer.
Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir.
Pero también vi que a veces se cae, y que el único camino es levantarse y seguir.
Descubrí que el amor es más que un simple estado de enamoramiento, “el amor es una filosofía de vida”.
Aquel día dejé de ser un reflejo de mis escasos triunfos pasados y empecé a ser mi propia tenue luz de este presente; aprendí que de nada sirve ser luz si no vas a iluminar el camino de los demás.
Aquel día decidí cambiar tantas cosas…
Aquel día aprendí que los sueños son solamente para hacerse realidad.
Desde aquel día ya no duermo solo para descansar, ahora también duermo para soñar…

AUTOR/A DESCONOCIDO

lunes, 24 de septiembre de 2012



La peor parte de parecer fuerte


es que nadie sabe como realmente te sientes...



miércoles, 19 de septiembre de 2012

PUENTES


Cada día al despertarnos, cruzamos  un puente y lo hacemos creyendo que ese camino es el correcto…
A veces cruzamos con tal entusiasmo, que no imaginamos del otro lado nos espera un cachetazo… ¡Y como duele! Pero más que el cachetazo mismo, nos duele ver como se destruye lo que habíamos planeado,  no estar preparados para recibir un golpe cuando tal vez,  imaginamos todo lo contrario…
Hay puentes largos, puentes cortitos.
Puentes bajos y esos otros que al asomarnos,  comprobamos atraviesan un gran precipicio; esos son los puentes que muchas veces nos da miedo cruzar porque sentimos no nos van a aguantar, los vemos inestables, tememos tambalearnos y caer al vacío… y sin embargo, muchas veces esos puentes, por más duro que resulte cruzarlos, son los más adecuados, los que conducen a ese lugar al que estamos destinados, llámese paraíso, isla,  rincón, familia, amor…
Hay puentes rebuscados, que se enroscan de tal forma que si no terminamos enredados, seguramente  terminamos mareados.
Hay puentes que atraviesan tormentas, otros que  las evitan.
Puentes repletos, puentes solitarios.
Hay puentes rotos, que nos obligan a retroceder porque no conducen a ningún lado.
Puentes simples pero imprescindibles.
Puentes cuesta arriba, puentes cuesta abajo…
Hay puentes que conectan, que se cruzan en el camino y nos presentan la gran encrucijada: Norte , Sur, Este, Oeste…. Tal vez ni siquiera sean esas las opciones, porque hasta los puntos cardinales tienen sus múltiples variantes: sudeste, nordeste, sudoeste, noroeste…
Hay puentes con forma de luna, son esos en los que quedamos colgados  de su parte más profunda … Resultan necesarios cuando debemos detenernos, o ir a paso lento mientras decidimos…  pero cuidado, si seguimos mucho tiempo detenidos veremos no solo pasar el tiempo, sino también los sueños y las posibilidad de seguirlos y la oportunidad de cumplirlos…
Hasta los puentes “piquetes” son a veces necesarios, porque te obligan a hacer una pausa cuando estás muy acelerado.
Y están los peores: los puentes que succionan, los puentes que te atrapan, los puentes que te atrasan. Los que te atan al pasado y no te dejan avanzar. Es a estos a los que hay que quemar, porque tan solo por tenerlos a la vista, ya nos hacen mal.
A la distancia es sencillo ver que puente te deja varado, que puente da demasiadas vueltas y cuál es el acertado. Como dijo  Bertrand A W RussellLo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar”. 
Tropezaremos, tambalearemos, cambiaremos el rumbo las veces que sea necesario pero siempre podremos volver a empezar si abandonamos aquello que no nos permite avanzar.


                                                                                                                             POR ANDREARANU


martes, 18 de septiembre de 2012


Tu vida irá hacia adelante cuando te apartes 

de las personas que te llevan hacia atrás.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Paradoja de la sabiduría y la inteligencia


Paradoja de la sabiduría y la inteligencia

Hay una paradoja referente a la inteligencia y la sabiduría: es mejor ser un sabio imperfecto y torpe que ser simplemente inteligente y muy eficiente.
La razón es que si tienes éxito haciendo las cosas incorrectas porque eres muy eficiente, y cada vez eres mejor en lo que haces y sigues aprendiendo, con el tiempo no harás más que empeorar la situación: cuanto más inteligente seas, más rápido lograrás las metas equivocadas. Al final, en la cima no encontrarás más que una posición mejor desde la que precipitarte al vacío.
Por el contrario, si fracasas o no logras las cosas correctas a la primera, tu aprendizaje –aunque sea lento– te irá poniendo cada vez en una mejor situación y con el tiempo conseguirás acercarte más a las metas correctas. Quizá nunca alcances la cima, pero cada paso del camino habrá estado lleno de sentido. Y eso ya es en sí una cima.
El buen humor se parece a un limpiaparabrisas:

No detiene la tormenta . . . 


pero ¡te ayuda a seguir adelante!