lunes, 24 de octubre de 2011

El elefante encadenado, por Jorge Bucay

Cuando era chico me encantaba el circo, y lo que más me gustaba eran los animales. A mí como a otros, también me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía que, ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye?Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, padre o tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -¿Si está amaestrado, por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca... y solo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.Hace algunos años descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: "El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño". Cerré los ojos y traté de imaginarme al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. A pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía... Hasta que un día, un terrible día en su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.Este elefante, enorme y poderoso no escapa porque cree que no puede. El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar ese registro de la memoria. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez...Muchos de nosotros, al igual que ese elefante, vamos por el mundo atados a muchas estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que hay muchas cosas que "no podemos" hacer simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestro recuerdo: no puedo... no puedo y nunca podré. Crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.¿Cual es la estaca en tu vida que te ata e impide lograr tus sueños, metas y anhelos? Recuerda, la única manera de lograr algo es intentándolo otra vez poniendo en el intento todo tu corazón. Y nunca olvides que cuando la marcha se pone difícil, solo los tenaces se ponen en marcha.

NO PERMITAMOS QUE LAS ETIQUETAS QUE ALGUNAS VEZ NOS PUSIERON NOS ENCADENEN A UN DESTINO
ROMPAMOS LAS CADENAS QUE NOS IMPIDEN PROGRESAR!

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