miércoles, 19 de septiembre de 2012

PUENTES


Cada día al despertarnos, cruzamos  un puente y lo hacemos creyendo que ese camino es el correcto…
A veces cruzamos con tal entusiasmo, que no imaginamos del otro lado nos espera un cachetazo… ¡Y como duele! Pero más que el cachetazo mismo, nos duele ver como se destruye lo que habíamos planeado,  no estar preparados para recibir un golpe cuando tal vez,  imaginamos todo lo contrario…
Hay puentes largos, puentes cortitos.
Puentes bajos y esos otros que al asomarnos,  comprobamos atraviesan un gran precipicio; esos son los puentes que muchas veces nos da miedo cruzar porque sentimos no nos van a aguantar, los vemos inestables, tememos tambalearnos y caer al vacío… y sin embargo, muchas veces esos puentes, por más duro que resulte cruzarlos, son los más adecuados, los que conducen a ese lugar al que estamos destinados, llámese paraíso, isla,  rincón, familia, amor…
Hay puentes rebuscados, que se enroscan de tal forma que si no terminamos enredados, seguramente  terminamos mareados.
Hay puentes que atraviesan tormentas, otros que  las evitan.
Puentes repletos, puentes solitarios.
Hay puentes rotos, que nos obligan a retroceder porque no conducen a ningún lado.
Puentes simples pero imprescindibles.
Puentes cuesta arriba, puentes cuesta abajo…
Hay puentes que conectan, que se cruzan en el camino y nos presentan la gran encrucijada: Norte , Sur, Este, Oeste…. Tal vez ni siquiera sean esas las opciones, porque hasta los puntos cardinales tienen sus múltiples variantes: sudeste, nordeste, sudoeste, noroeste…
Hay puentes con forma de luna, son esos en los que quedamos colgados  de su parte más profunda … Resultan necesarios cuando debemos detenernos, o ir a paso lento mientras decidimos…  pero cuidado, si seguimos mucho tiempo detenidos veremos no solo pasar el tiempo, sino también los sueños y las posibilidad de seguirlos y la oportunidad de cumplirlos…
Hasta los puentes “piquetes” son a veces necesarios, porque te obligan a hacer una pausa cuando estás muy acelerado.
Y están los peores: los puentes que succionan, los puentes que te atrapan, los puentes que te atrasan. Los que te atan al pasado y no te dejan avanzar. Es a estos a los que hay que quemar, porque tan solo por tenerlos a la vista, ya nos hacen mal.
A la distancia es sencillo ver que puente te deja varado, que puente da demasiadas vueltas y cuál es el acertado. Como dijo  Bertrand A W RussellLo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar”. 
Tropezaremos, tambalearemos, cambiaremos el rumbo las veces que sea necesario pero siempre podremos volver a empezar si abandonamos aquello que no nos permite avanzar.


                                                                                                                             POR ANDREARANU


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